La hache
MI DIARIO DE
APRENDIZAJE
Ayer vi el vídeo del material
complementario colgado en el campus virtual, en este se hablaba de simplificar
la ortografía o en otras palabras de modernizarla, la ponente mencionaba que
cada letra representaba un sonido y las que no simbolizaban ningún sonido debían
eliminarse. En esta charla se sugerían algunas modificaciones, principalmente en
el uso de ciertas consonantes: be, uve, ge, jota, ce, ese, zeta y por último de
la muy querendona hache, porque más que favorecernos complicaban nuestro
aprendizaje. Sobre todo en estos días, donde las redes sociales influían en la
manera en la que escribíamos.
Para esta propuesta
se habló de los orígenes del español, que tiene como base al latín vulgar y como
su influencia se ha extendido hasta nuestros días; sin embargo, es con la
creación de la Real Academia de la lengua donde se pautan las reglas del uso de
tal o cual letra, ortografía que la hemos aprendido desde pequeños pero que al
parecer la hemos olvidado más rápido de lo que hubiéramos deseado.
Una charla fascinante por lo bien explicada, trabajada
y contextualizada que fue; sin embargo, mi opinión discrepa totalmente sobre este
punto de vista.
No quisiera
extenderme en la defensa de todas estas letras, no porque no se merezcan el
derecho a ser defendidas, sino por falta de tiempo; por ende, solo quisiera dar
mi apoyo a mi querida letra hache, mi muy estimada hache. Averiguando sobre su
uso, me encontré con aspectos que desconocía sobre esta grafía y que tiene
distintas funciones en la ortografía del español. Su origen etimológico se
deriva del hebreo heth, que en las lenguas semíticas significa
"cerrado" por eso tiene la barra de en medio. En la antigüedad se la
utilizaba en palabras de origen latino que llevaban f, por ejemplo “hola”,
derivada de la expresión “fola”. Actualmente, sirve como indicador de
diptongación, para poner un ejemplo, la palabra «huevo», que su pronunciación es
diptongada: decimos (‘weβo) y no (u’eβo). Otro ejemplo que encontré buscando en
Internet es la palabra «búho», donde la h indica que la pronunciación es [‘buo]
y no [‘bwo] y se tilda porque contiene un hiato de vocal cerrada tónica y vocal
abierta. Un tercer aspecto muy curioso para mí ha sido que la grafía h viene de
préstamos de otras lenguas como del árabe, del alemán, del inglés o del
japonés, entre otros, y está asociada al sonido [h] (aspirado), [x] (velar) o
[χ] (uvular); por ejemplo, «hámster», «hippie» o «hachís», todas voces
recogidas por el Diccionario de la Lengua Española de la RAE.
Por último y por lo
que más la defiendo es la distinción semántica entre palabras homófonas: hola
frente a ola, hojear frente a ojear, huno frente a uno, etc. Es que no me puedo imaginar escribiendo un ¡Ola Juan!, sin mi hache silenciosa que no siempre fue circunspecta; que
por razones prácticas carece de sonido, pero que es la única del alfabeto que
viene con su propio adjetivo. No se conoce una letra que desde sus comienzos haya
sido tan criticada, que lleve un
adjetivo calificativo tan inusual y como resultado, la convierta en la más
original del alfabeto. La hache es muda, no se cuántas veces lo he escuchado decir
cuando era niña y cuántas veces lo he repetido en mis clases de español.
Dejémosla existir, que se quede entre nosotros porque no creo que otra pudiera
sacarme una sonrisa cuando les digo a mis estudiantes que la H no tiene sonido
porque es la única del alfabeto que es muda. 😊
Mónica Fernanda
Córdova Montero.
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